lunes, 10 de diciembre de 2012

Un viaje cualquiera


Déjame meterme en tu cabeza un sólo momento, no pido mucho, unas líneas, luego dejaré que tu vida siga su camino, la vivas como la vivas. ¿Me dejas?

Por un momento imagina cada palabra que escribo, es un sueño que tengo y quiero compartirlo contigo.

Cerré los ojos buscando el agradable calor de mi cama, ignorando el hueco que dejaste en ella, aún así te busqué entre la almohada y el brazo un lugar perfecto ¿Te soñaría o sólo te echaría de menos?

Encontré la calma, los pájaros callaron, los sonidos en casa poco a poco se fueron amortiguando y no sé por qué empecé a sonreír, estaba entrando en ese plácido sueño, esa duerme vela deliciosa que te hace sentirte protegido, feliz.

Y mientras me esforzaba por seguir caliente, arropado entre suaves sábanas, me veía bajo la sombra de unos árboles, como en una vereda amplia cuyo techo eran robles y sauces llorones, así protegido del sol, seguí caminando. En pié en medio de un claro vislumbré que de entre todos los árboles destacaba un gran sauce llorón, que se alzaba majestuosamente con sus lánguidas ramas meciéndose al viento... casi podía oír la canción de los árboles, el susurro del viento historias de las que sólo el bosque había sido testigo.No sé el tiempo que estuve en ese claro, pues en los sueños el tiempo es relativo.

Y sin saber por qué miré al cielo, el día que era despejado, nubes blancas y esponjosas que pintaban el cielo por aquí, por allá y mientras yo me entretenía buscando las insólitas formas que moldea el viento. Encontré una casa con su valla blanca, un leoncito corriendo, una tortuga que amenazaba con comerse al leoncillo, y un montón de imágenes más que me hacían sentirme como si estuviese presenciando una película.

Para disfrutar más de la película que iba creando con las nubes me tumbé sobre mi manta de hierba (porque no hay paisaje natural que no gane como 3 puntitos más sin su buen césped) y cuando no me había acostumbrado todavía a esa manta verde, estaba volando y atravesando las nubes, atravesando una piruleta y sintiendo la humedad de las nubes. Y sí, estas nubes eran tan esponjosas que casi podía quedarme sobre ellas, como si fuese Peter Pan y ya que estábamos en mi sueño, ¿qué mejor que probar si podía?

Me senté y caí, y tras el susto inicial y viendo que me precipitaba, y sentía esa angustia de que te vas a caer y a chocar contra el suelo, hasta que recordé. Estaba volando hace unos momentos, asique haciendo un luping y un tirabuzón enorme,atravesé el hueco que había dejado al caer, y al salir al otro lado, me encontré con la sonrisa de la Luna que parecía divertida por mis hazañas. Hoy la Luna estaba preciosa, se había vestido con la mejor de sus galas, una capa enorme negra salpicada de estrellas y constelaciones. Precioso.

Aprovechando que podía volar y que no había perdido mi espíritu explorador, me fui hacia la Luna, todo hay que decirlo. De cerca pierde, pero había que aprovechar y mirar toda su superficie, ¿No? Así que tras ver un montón de rocas y su superficie blancuzca, tomé una buena distancia donde sentía que la gravedad de la Luna y esta se volvió a vestir de plata  y me miraba avergonzada, recordándome que hay misterios que es mejor no desvelar…

Seguí mi camino, y puse camino hacia Venus, nuestro planeta más bonito, su superficie brillaba en tonos verdes azules, cambiantes como una playa caribeña, su luz lo bañaba todo y parecía que más que volar nadases entre los colores así que me dejé bañar por toda su luz, toda su energía y salí despedido hacia Marte.

Qué deciros de Marte… Desde lejos parecía un punto diminuto rojo, más de cerca es imponente, me recordaba a la Luna roja de los atardeceres de verano cuando el Polvo Rojo del Sahara bañaba de sangre a nuestro satélite. Sí sangre, guerra, fuerza, fuego… pero no tiene nada que ver con la Luna, Marte es mucho más imponente, más fuerte, mucho más digno de ser un Dios como lo fue en la antigua Grecia.

Ya habiendo visitado a nuestros vecinos volví a la Tierra y quise explorar nuestro planeta, lleno de Luz y de vida quise entrar por la Antártida.

Entre con la Aurora Boreal, recorriendo el mismo camino sinuoso, bañado de verde y morado mi piel adquiría los tonos de un Avatar, como en la película, y sentía la misma sensación de bien estar y poder que sintió Jake Shulli.

Continué volando por el mundo, subí por las cordilleras andinas, me adentré en sus selvas, nadé en sus lagos, me adentré en la cueva de Jaguar y ví como daba a luz, percibía los olores de la selva, de la vida.

Seguí mi viaje, me adentré en el Amazonas, el gran pulmón verde e iba esquivando los árboles me paraba a mirar las grandes secuoyas, me senté a mirarlas, me sentía pequeño, pero feliz…

Sabía que el tiempo se me acaba y había tantas cosas que quería mirar, algo me decía que el sueño estaba llegando a su fin, así que volé rápido a través del atlántico, y no pude atravesarlo en un pestañeo, siempre quise nadar entre ballenas y delfines… así que me entretuve, me metí en la boca de una tiburón ballena, todo era suave y con un tacto muy parecido a un castillo hinchable, y antes de ponerme a jugar y saltar, salí despedido hacía arriba y con el impulso subí muy alto, buscando el camino a casa, pues una vez de vuelta podría encontrarte, que ya te echaba de menos, quería contarte al borde de la cama todos mis viajes…

Y cogiendo como referencia el sol volé al este, directo hacia el amanecer. El Sol Brillaba fuerte, calentaba, pero ni cegaba ni quemaba así que volaba en línea recta, ya me encontraría… Y me encontré en una perigración de flamencos. Era como volar con una manada de fénix , es más en mi imaginación su estilizado cuerpo se fue transformando poco a poco en grandes águilas rojas , doradas, naranjas, sus ojos enormes de un fondo dorado insondable, donde no veías el fondo y veías fuerza te devolvían una mirada sabia, uno de ellos el más grande, más grande que un boing 747 me hizo un gesto como diciendo “móntame”.
Navegamos sobre las olas del viento, desprendían calor, y su olor era reconfortante, olían a verano, a calor, a un fuego en invierno a chimenea, limpios… y no sólo llevaba mi cuerpo, transportaba toda mi alegría, me sentía fuerte, valiente, hasta sabio.

Entró mi hermana, encendió la luz, y me robó, unos calcetines, el sueño, pero no todas las sensaciones… Cerré los ojos, no volví a subir al Fénix Elumbaíar le llamé, pero soñando despierto te encontré en mi cama, abracé a una de mis muchas almohadas, y con una sensación de paz indescriptible dormí a tu lado.







Os un link de YouTube de alguien que siempre me hace viajar a otro tiempo mejor.

http://www.youtube.com/watch?v=6y3YM0WyXJk


1 comentario:

  1. Soy el semidios adri la situacion...claramente el twiter al ser una gran red social socialista vio que el bien ganaba al mal incluso con ventaja numerica eso no podia permitirlo y mancillo mi honor de luchar hasta el final.... pero algun dia volvere dentro de poco....

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