lunes, 1 de julio de 2013

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Soy de esas personas qué están llenas de dudas y se llenan de confianza, de valor de cara a los demás, parezco fuerte, arrogante, prepotente y alguna que otra cualidad que no fácil de asumir, pero la verdad es muy diferente. Llega la noche, y con la noche llega la soledad, la soledad de estar conmigo mismo, de verme a mí mismo, de mirarme al espejo y ver los defectos de mi alma, al igual que cuando estoy solo frente al espejo me fijo en mis granos y el resto de imperfecciones de la piel.

Y en esta soledad que todos sentimos antes o después, a mí me llega todas las noches, todas las noches porque ya no hay quién me las llene.



Hoy con las palabras de mis amigos resuenan como las palabras de dos hermanos, pues estos  días no han sido fáciles en los últimos meses y las dudas que uno tiene, ellos las confirman, los consejos que ya me he dado, llegan de la boca de estos familiares, pues vosotros, amigos míos sois mi familia, ¿lo sabéis verdad? ¿Sois conscientes de que sois la familia que he elegido, no?

Y continuando con el comienzo quiero dejar claro que a pesar de mi confianza, me siento solo, a pesar de mi sociabilidad, prefiero esconderme y  me he llenado de datos para serle útil a alguien, pues no sé qué otra cosa ofrecer qué experiencia, consejos, datos o una caricia para aliviar tu mal.

Con gusto se despide un servidor, que cómo cada noche  me he marcado unas metas para mañana y no puedo decepcionarme quedándome en la cama.