lunes, 28 de julio de 2014

Esencias

Visitamos nuestros recuerdos y nos sentimos chiquititos, pues al menos así es en mi caso, los que suelo visitar con más frecuencia son aquellos en los que mejor me siento.
Por suerte o por desgracia esos recuerdos se esfuman como un buen perfume... dejando una agradable sensación pero cada vez son mas débiles hasta que llegue una nueva sensación y cubra todo aquello.

Cierto es que se perdona pero no se olvida, pero yo diría que más bien insistimos en recordarlo pues en mi experiencia me dice que no hay afrenta tan grave como para que siga doliendo tras un tiempo considerable, que sí que no te fiarás, que sí que no será lo mismo, pero ese dolor desaparece igual que el olor de la mierda... Si lo remueves hueles, pero sino... Hasta las mierdas más grandes también se secan.

Diría que es un día como cualquier otro, un 28 de Junio más, y no me confundiría, es un día más que viví y un día menos que me queda por disfrutar, unas cuantas horas durmiendo, un rato comiendo, otro en el baño y un rato con las personas de las que puedo disfrutar hoy.

Mañana será otro día, y será tan parecido o este o diferente como quiera hacerlo, pero sí se una cosa, dejo espacio en mi vida para nuevas esencias, nuevos aromas que me hagan olvidar y vivir de manera diferente.

Alejandro Rivas Gutiérrez

lunes, 21 de julio de 2014

Dedos

Clavas los dedos en tu almohada agarrándote a sensaciones hace tiempo perdidas, sensaciones que tratas recuperar y qué en cuanto tienes un momento en las que crees que estás recuperándolas, vuelves a tu almohada a agarrarla fuerte y conteniendo el aliento, pues con él se escapa algo más que aire…

Y vuelves a lo mismo, una y otra vez intentando rescatar lo mejor de ti mismo, pues en mi caso muchas veces no echo de menos una persona, sino me echo de menos  a mí, a la confianza ciega que sientes a esa fuerza que te hace sentirte  un killer… da igual lo que ocurra tienes algo que hace que todo rebote.  Felicidad, el mejor escudo, la mejor armadura, la mejor y la peor de las drogas.

Dependiente de algo: de mí mismo, de lo que sabes que tienes dentro, ese millón de caricias, ese millón de suspiros arrancados con un beso o un mordisco en su cuello, o los dos millones de besos en cada rincón de su cuerpo... hasta que estalla en carcajadas, sí de esos y de los que hacen que se encienda contigo y quiera arrancarte la ropa o la piel, depende dónde estés, ya se me entiende.

Ya mi almohada conoce mis dedos, antes conocía mis pensamientos, mis caricias no dadas, los abrazos no comprendidos…

Los tiempos cambian y ella también sufre las crisis.

Alejandro Rivas Gutiérrez