Gracias pero adiós.
Este es el mensaje que debemos de enviar con más a menudo.
Cuando estamos inmersos en una relación, ya sea amorosa o de amistad, muchas
veces no queremos ver las realidades o
nos creemos las malas excusas que nos van dando. ¿por qué lo hacemos?
¿Acaso somos gilipollas? Creo que todos tenemos claro que
tontos no nos creemos, sólo que no queremos insistir en sus “mentiras” si a
ellos les funcionan pues que sigan mintiéndose a sí mismos… ya encontraremos
cómo aprovechar esas excusas ¿no?
La realidad es que damos muchas veces más de lo que merece
al mundo, unas veces esperando recibir un 10% o un 90% o algún egoísta hasta la
última miga de ese cacho de aquel bocata que te dio un día… Yo soy de esos estúpidos que con un poco que
me devuelvan me siento agradecido, y cuando dan un 50% de lo que aporto,
simplemente me emociono y me siento de verdad tan agradecido… que sólo quiero
dar más, no por recibir más, simplemente voy a más…
Gracias pero adiós. Adiós, sí, te vas o te largo, pero ya no
te quiero en mi vida, no diste lo que creo que me merecía, puede que diese con
la intención de animarte a que siguieras en mi vida, di el último empujón con
más fuerza que cuando nos vimos por primera vez, cuando aquella relación era
todo ilusión y ganas… Pues cuando hay algo más que eso, hay más fuerzas…
Todo terminó. Con mentiras piadosas, con verdades dolorosas
o con una historia bien estructurada, esas historias ya no me importan. Hoy ya
dije adiós. Una lástima. La lucecita azul de mi móvil ya no es lo que era. Las
notificaciones en mis redes sociales carecerán del sentido que antes le daba un
sentido a mis publicaciones… ¿pero sabéis qué? Hay que saber decir adiós
chicos/as porque intentar aferrarte a algo que no se compara a lo que das… En
fin, os dejo un dicho que me encanta… Me lo dijeron cuando era demasiado
pequeño para comprenderlo y toda la vida me ha acompañado, pues hasta que no
hube crecido no lo entendí… “Amigo que no da, y navaja que no corta, aunque se
pierda no importa”.
Sólo para que entendáis que pensaba en aquel momento, pues estaba con mi machete que no era más
grande que mi dedín de 3 años (ya me conocéis si tengo las manos pequeñas
ahora, imaginaros entonces) y que yo me empeñaba en afilarlo para que cortase
bien… ¿Qué si se me pierde este machete
no me importará?
- Pero qué dices, si
me encanta este machete, soy un explorador, un corta panes!!!-
Hace unos años lo encontré y vi como estaban todas las
marcas de haberlo afilado… No corta. Me sigue encantando. Pero ya no me importa
dónde esté. Es un recuerdo bonito.
Alejandro Rivas Gutiérrez
(os dejo una cancioncilla que me encanta. Algo que también es muy personal)