viernes, 27 de marzo de 2015

¿¿??

¿Cuántas veces has querido llorar hasta que se te seca el cuerpo? ¿Cuántas veces has querido encerrarte en tu cama esperando a esa llamada? ¿Cuántas películas o libros has vivir para que el sentimiento que atenaza el pecho se vaya?

¿Cuánto dolor hay en el mundo? ¿Cuánto te ahogan tus miedos? ¿Cuántos milagros esperas? ¿Dónde se fue la esperanza? ¿A dónde se fue? ¿Qué haré ahora con mis manos…? ¿Dónde guardaré los besos, las ganas… ?

¿Cuántos errores podrá perdonarme el mundo? ¿Por qué no habré sabido callar en el momento adecuado… ? ¿Cuántas mañanas me despertaré antes de tiempo porque el sueño me huye? ¿cuántos suspiros se me escaparán sin llevarse nada?

¿Desde cuándo nos llevamos tan mal? ¿En qué momento pensaste que podrías hacerte daño? ¿No recuerdas que entre mis aficiones favoritas estaba tu felicidad?

Y habrá un millón de preguntas más, pero ya no desahogan, ahogan.


Alejandro Rivas Gutiérrez


jueves, 19 de marzo de 2015

Eres...

Eres el barco con el que surco las tormentas, la madera que fija mis pies en el temporal, las velas que recogen el viento que me empuja hasta puerto. El puerto que abierto siempre me espera, la gota que resbala por mi cara dejando su gusto salado en mi boca. La brújula que me indica el norte, el norte de tus montañas y de tus valles. La luz que me muestra el camino de tu espeleología. El silbido furioso de un mundo cabreado que todo desordena y  todo te llevas con la fuerza y crueldad que sólo da la madre.

El sentido que he perdido. El viaje no terminado. El salto a medias. La hostia. El dolor. El silencio. La visión borrosa.

La canción que llega, te llena y se vuelve una y otra vez a mi auricular.

La vara con la que mido. Felicidad, decepción, razones, diversiones, cabreos o caricias.

Las cosas que no veo e imagino, las risas contenidas, el cariño perdido, el amor enjaulado. La libertad…

Eres un barco que encallado puede seguir navegando,  pues cada herida da carácter, cada batalla ganada es una victoria conquistada y cada batalla perdida… una putada de la que aprender.

Eres…

Alejandro Rivas Gutiérrez

                                                 
                 

martes, 17 de marzo de 2015

Gracias pero adiós

Gracias pero adiós.

Este es el mensaje que debemos de enviar con más a menudo. Cuando estamos inmersos en una relación, ya sea amorosa o de amistad, muchas veces no queremos ver  las realidades o nos creemos las malas excusas que nos van dando. ¿por qué lo hacemos?
¿Acaso somos gilipollas? Creo que todos tenemos claro que tontos no nos creemos, sólo que no queremos insistir en sus “mentiras” si a ellos les funcionan pues que sigan mintiéndose a sí mismos… ya encontraremos cómo aprovechar esas excusas ¿no?

La realidad es que damos muchas veces más de lo que merece al mundo, unas veces esperando recibir un 10% o un 90% o algún egoísta hasta la última miga de ese cacho de aquel bocata que te dio un día…  Yo soy de esos estúpidos que con un poco que me devuelvan me siento agradecido, y cuando dan un 50% de lo que aporto, simplemente me emociono y me siento de verdad tan agradecido… que sólo quiero dar más, no por recibir más, simplemente voy a más…

Gracias pero adiós. Adiós, sí, te vas o te largo, pero ya no te quiero en mi vida, no diste lo que creo que me merecía, puede que diese con la intención de animarte a que siguieras en mi vida, di el último empujón con más fuerza que cuando nos vimos por primera vez, cuando aquella relación era todo ilusión y ganas… Pues cuando hay algo más que eso, hay más fuerzas…


Todo terminó. Con mentiras piadosas, con verdades dolorosas o con una historia bien estructurada, esas historias ya no me importan. Hoy ya dije adiós. Una lástima. La lucecita azul de mi móvil ya no es lo que era. Las notificaciones en mis redes sociales carecerán del sentido que antes le daba un sentido a mis publicaciones… ¿pero sabéis qué? Hay que saber decir adiós chicos/as porque intentar aferrarte a algo que no se compara a lo que das… En fin, os dejo un dicho que me encanta… Me lo dijeron cuando era demasiado pequeño para comprenderlo y toda la vida me ha acompañado, pues hasta que no hube crecido no lo entendí… “Amigo que no da, y navaja que no corta, aunque se pierda no importa”.
Sólo para que entendáis que pensaba en aquel momento,  pues estaba con mi machete que no era más grande que mi dedín de 3 años (ya me conocéis si tengo las manos pequeñas ahora, imaginaros entonces) y que yo me empeñaba en afilarlo para que cortase bien…  ¿Qué si se me pierde este machete no me importará?

 - Pero qué dices, si me encanta este machete, soy un explorador, un corta panes!!!-

Hace unos años lo encontré y vi como estaban todas las marcas de haberlo afilado… No corta. Me sigue encantando. Pero ya no me importa dónde esté. Es un recuerdo bonito.


Alejandro Rivas Gutiérrez

(os dejo una cancioncilla que me encanta. Algo que también es muy personal)