Puede que no haya mayor error que centrar tus problemas en
el exterior, en las circunstancias, cuando hacemos eso nos refugiamos en
nosotros mismos para obviar los grandes problemas que nos acosan y nos hacen
ser cada vez menos, hasta que nos encontramos siendo muy pequeñitos, unos
enanos, una sombra de lo que una fuimos o podremos ser.
Pasó San Juan, momento del año que con su ayuda tratamos de cambiar ciertas cosas de nuestra vida y pedimos lo que queremos… ¿pero de verdad vale que quememos unos papeles para que nuestros problemas se solucionen? No, puede ser un inicio, puede incluso una fuerza mística empujarte, pero el cambio más grande lo tienes, lo tenemos en nosotros mismos.
Yo este San Juan no hice nada, y no es porque no quisiera
cambiar nada, que hay mucho que cambiar, sino porque inicié mi propio camino al
cambio que yo quería en Noviembre del
año pasado.
He ido quitándome lastre, he dejado esa coraza de tío
inteligente, agradable, simpático, de perfeccionista de… tantas cosas que me
pensaba que era y que sólo medraban mi propias virtudes, las que son auténticas
que ahora me siento ligero. Ahora siento que puedo luchar por mis sueños, que
puedo ir más lejos, emplear mejor mis recursos y me siento menos que antes,
pero mucho mejor. No me siento inteligente. No me siento sabio. No me creo
especialmente simpático. No creo que la perfección sea la solución.
Pero ahora si me siento, aventurero… He recuperado la
aventura, las ganas de volar, las ganas de enfrentarme al miedo, al amor, al
mundo, al silencio, a las lecciones aburridas, a los idiomas nuevos, a las
nuevas actividades, a realizar una vida solo, que alguien se apuntará a mi vida
a mi carro… ¿por qué me voy a subir al carro de alguien si tengo fuerza para
tirar del mío?
Debería de haber pedido a San Juan algunas cositas, sí
claro, sería una ayuda. Pero sin pedirlo me llegó desde el 14 de mi mes lo que
necesitaba. El 13 que me identifica, me cambia.
Supongo que debería dar las gracias a San Juan, o a San
Valentín o a la Luna, o al 13.
Cambiad si no sois felices. Si con lo que hacías no eras
feliz ¿por qué sigues por ese camino? El día que consigas abrir los ojos volverás
a ser quién querías ser, y hoy os diré. No sé si mañana seré barrendero,
chapista, o chapero o si seguiré vendiendo plantillas, pero sí sé algo. No
dejaré que otra vez la vida me atrape, que me atrape a mí mismo. Escuchad que
afuera hay cientos de personas que te dirán cuales son tus fallos que tú no ves.
Escuchadles, escucharos que seguro os decís lo mismo en las noches de comer
techo.
Alejandro Rivas Gutiérrez