Ya no sé ni cuantas heridas tengo, ni las cicatrices que
perforan los poros de mi piel o las capas más profundas de mi corazón. No sé si
fue buena idea desprenderme de cada rastro de amor propio para sólo amar. No lo
sé, pero sí sé que durante momentos he sido feliz, y fue porque amé, es porque
amo.
No sé si entre mis heridas y cicatrices existe ya el perdón,
existe algo parecido a la redención por sus pecados? ¿por los míos? No sé qué
quiero, qué busco, si blindarme o amar, si reír o llorar, no sé muchas cosas de
mi mismo, y eso me asusta, me siento como un niño a la merced del tiempo de los
acontecimientos, un pez muerto en la corriente, creo que ya os hacéis a la idea
¿no?
Y entre tantas dudas sobre mis interiores, está el momento
en que debo decidir parte de mi futuro. Me di una fecha, me di un momento y se
acerca… Me aterra porque llevo muchos años anhelando algo, creyendo que ese
debía de ser mi futuro, pero cuánto más cerca está sólo veo que ese futuro me
puede traer dinero ¿pero me traerá la felicidad?
Hice el camino de Santiago este año, y a pesar de que fue
una experiencia más corta de lo que hubiese deseado, que habría querido tener
más horas caminando, más días de un lado a otro, más momentos que compartir con
peregrinos, más hojas escritas en mi cuaderno creo que encontré mi vocación, mi
pasión… Y creo que en el fondo siempre lo supe.
Estoy asustando porque todo son cambios, y cambiar no me
cuesta, me cuesta caminar sin muletas.
¿tanto he fallado?
Alejandro Rivas Gutiérrez
No hay comentarios:
Publicar un comentario