sábado, 28 de noviembre de 2015

Mi templo. 

Mi templo no es piedra y cristal, no es de un material que no pueda moldear. Es flexible, es duro, es suave, es tan elástico que es rígido. Es de carne, es de hueso, es de cabello, manos y pies… Es una mujer.

Mi templo, mi religión, mi arte. Es una mujer. Es una mujer a la que deseo tocar, a la que deseo mirar, sólo por el placer de hacerlo, con ropa o sin ella, con mucho o poco sueño. Con sueños o sin ellos. Quiero introducirme en lo más profundo de ellas, de su psicología, de sus contradicciones, de su cuerpo. Quiero explorarlo hasta el fin, o hasta el principio, en un círculo que repito una y otra vez. Es un deseo, es una religión que proceso en solitario, bueno, no en solitario, eso se llama de otra manera. Mi religión es de dos, mi religión es toda mi pasión.


Poseer ese cuerpo, o dejarlo en libertad, corriendo por la playa, subiendo a una lancha… o bien en la oscuridad de mi cama iluminado sólo por la película que hace tiempo que perdió todo su interés.

Y habrá quien diga que esté salido, y puede que en cierta manera tengan razón, pues sí, me salgo de los convencionalismos pues no todo lo que busco es sexo, aunque sea un motor para mucho de lo que hago, disfruto tanto de lo que hay antes y después que es injusto decir que lo que busco es sexo, pues ese acto es solo uno de lo fines y no el final…

Es conectar conmigo, con mi cuerpo, con su cuerpo, con su mente, con la mía, que se sincronicen nuestros cuerpos nuestras respiraciones, que mis ganas de querer cuidarla sean exponencialmente las mismas a las que ella quiere que la cuide. Que mis dedos busquen los suyos, que mis brazos rodeen su fragilidad o su fortaleza, que mis ojos busquen su sonrisa… joder sí su sonrisa mientras hago lo que ella necesitaba…

Y seguiría hablándoos de mi religión, pero será en otro tomo


Alejandro Rivas Gutiérrez

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Arquitecto

Arquitecto del amor:

Son aquellos seres que se dedican a reparar las gritas del alma, los que crean un hogar en torno a si mismos para que llegue esa mujer, ese hombre roto sin lugar al que pertenecer para que puedan hacer un stop en sus vidas y como en la fórmula uno, repostar.
Habrá quién crea en el amor, y quién no, pero yo creo ciegamente que es un combustible que nos da fuerzas para mejorar nuestra vida, para atar nuestros cabos sueltos, un combustible que nos impulsa a ser felices, pues puede que sea de esas personas raras qué creen que con amor, todo se puede. Se puede correr más, se puede luchar más, puedes mejorar tu vida sólo porque estás construyendo un hogar para ella, para él.

Entre los cimientos que yo pongo, pues cada uno cimienta su hogar de una manera, están las caricias, caricias sin fin, caricias que alivian los pesares, que recorren cada herida, que buscan cada cosquilla, que buscan que cada poro del cuerpo se sienta querido, de la cabeza a los pies… Masajes que terminen con una relajación completa, y un final feliz…
Luego se construyen los muros contra el frío, que no son más que mis abrazos, los que caminando en días fríos me pongo por detrás y te aprieto contra mí…


Y los pilares de la casa, no son más que la confianza que te hago depositar en mí, guardando cada uno de tus secretos, cada una de tus manías de tus rarezas, haciendo que puedas descansar cualquiera de tus preocupaciones, pues si estoy construyendo esto para ti, es para que no te sientas juzgada con tus sueños, con tus pesares, o tu pasado. Aquí estoy para escucharte y aliviar tus cargas.

Las ventanas y las puertas son los sueños que comparto contigo, pues es una mirada al más allá, pues estoy lleno de sueños y de deseos, y aunque muchas veces me baste la vida con ella, siempre quiero más, siempre quiero salir y quién sabe, crear otra pequeña casa en otro lugar.

Y el techo, lo que finaliza todo, pero que es esencial… Es la cama, cómo me comporto en la cama. Hoy no habrá detalles sobre ello, pues es verdaderamente íntimo, pero así construyo el hogar que deseo que uses.

Y esto es un arquitecto del amor. Tratará de solucionar todas tus heridas, y las que no se puedan curar, por lo menos hacer que sean poco más que cicatrices de un pasado, hacer que el futuro tenga sentido a tu lado, a su lado.
Cada persona tiene su forma de pensar, de crear un todo para un alguien, esta es más o menos mi forma de crear algo, para alguien, es la fuerza que me domina una vez llega, pues una vez llega me transformo. No me hace falta nada para ser feliz salvo ella y con ella puedo alcanzar cualquier sueño.
  

Alejandro Rivas Gutiérrez

domingo, 15 de noviembre de 2015

París

No sé cómo decir esto, no quiero faltarle a nadie el respeto, pero me siento así:
Odio la cantidad de gente que estará ahora frotándose las manos como si fuera el señor Burns, pues hay gente de la que no sabemos absolutamente nada que verán lo ocurrido en Francia como una oportunidad, y odio esta faceta del Ser Humano.
Odio que en todos los programas, en todas las televisiones se esté hablando todo el rato de un tema, el que sea. Lo deshumaniza. Creo que con condenar el acto una vez y dar algún dato "nuevo" bastaría para saber que tal o cual está de acuerdo.
Lo que me jode de esto, es que con cada desgracia, que nos cala más en el ser humano pues tenemos lo que llaman el gen egoísta, y estamos pensando ya que eso mismo nos puede pasar mañana otro atentado como el Atocha, es que darán información que nos es vital para el día a día pero que será ensombrecida por estas noticias, algún recorte social o algo similar.
No deja de sonar en mi cabeza la canción de Imagine, pero una versión que ahora os pongo.
No me deja indiferente, y claro que lo condeno, pero si ocurre esto en un país tan plural y tan concienciados los unos por los otros como es en Francia... ¿Qué pretenden?
¿Habéis visto V de Vendetta? Fue el mismo gobierno que quería hacerse con el poder quién hizo todas aquellas masacres, pues no dejo de pensar que tras todo este acto pudiese haber algo así. No soy conspiranoico, ni digo que sea la CIA ni la interpol, pero no dejo de pensar que a qué vienen desde El norte de África (sea quién sea los autores, pues no he querido saber quién era) a tocar la moral con un acto de este tipo? ¿quieren una guerra que saben que no ganarán? ¿De verdad? Pues la guerra ha cambiado mucho, ya no vamos con caballos que se mueren en desierto...
Ojala no tuviese que escribir esto, que me parece totalmente deshumanizado, que estoy pasándome por la piedra a todas las familias rotas, los amantes perdidos y los amigos bañados en lágrimas... Soy muy consciente de ello y hoy un día más tenemos razón al sentirnos solidarios y apoyarles con todo lo que podamos... Pero me da tanta rabia, me causa tanta impotencia ver cómo pudiera ser lo que antes decía... lo que antes insinuo, que en vez de querer poner una bomba y un tiro "al moro de los cojones" me dan ganas de investigar todo a fondo, e ir por la noche, persona a persona que organizó esto, poniéndole una rosa en el pecho, una Violet Scarlet... Qué injusto es el mundo, qué injusta es la vida y ojalá solucionáramos algo con nuestras quejas, nuestras voces se juntasen para hacer algo, pero me siento tan impotente como ser humano que se preocupa por ser feliz, por encontrar el amor, por cuidar de sus amigos y de su familia... por tener un futuro...
Debería de no haberme dejado llevar pues la frustación es mayor ahora mismo, joder!!!

Alejandro Rivas Gutiérrez

lunes, 2 de noviembre de 2015

Desde que te conozco

Es la primera vez que en mi blog publico algo que no es mío, llegó a mi por casualidad, pero define muchas cosas que me ocurren, y ante la imposibilidad de mejorar algo que he vivido y ya ha sido plasmado, os dejo este poema de Diego Ojeda.

Desde que te conozco
me tiembla el pulso al escribir mi nombre.
Desde que te conozco
tengo mi corazón asegurado a todo riesgo.
Desde que te conozco
me como la vida a suspiros,
y vuelan cometas
donde ayer había plomo y anzuelos.
Mirarte es ver mi futuro en capítulos.
Todo esto ocurre desde que te conozco,
porque antes de conocerte
vivía cada día esperando la noche siguiente,
entraba en algunos cuerpos
buscando la puerta de salida,
y a diario me daba de ostias con mi pasado.
Viviendo deprisa, perdí mucho tiempo,
y entre el humo de mi propia sombra
era imposible mirar con claridad a ninguna mujer.
Fui un hombre de paso
en medio de ningún lugar.
No sé de que manera entraste
porque yo no abrí ninguna puerta,
mis candados estaban cerrados,
y aunque en mi memoria
hacia menos frío que en tu vida
derretiste con tu vientre
el iceberg de mi cama.
Me cacheaste el alma con la mirada
y con las manos en voz baja
me quitaste de encima la tristeza.

Desde que te conozco tengo alas,
porque tú me enseñaste como usarlas.'
-Diego Ojeda