No quiero olvidar ese momento en el que te quitabas la ropa
y te movías solo para mi, consciente de cada curva de tu cuerpo, consciente de
que no me perdía detalle, desde cada centímetro de tu ropa, hasta de cada
sonrisa traviesa.
Sí, no lo quiero olvidar y puede que esté enfermo, pero esta
enfermedad no me sube la temperatura, no me da temblores, no hace que la piel
me arda… Qué cojones, claro que hace que me suba todo, que pierda mi
raciocinio, que pierda mi cara de bueno y sólo piense en poseerte. Sí en ese
momento se demuestra que soy Satán, sólo pienso en cosas que están prohibidas y
cosas que no debería decir en público y gritos que no deberían escuchar mis
padres.
En este momento que lo hiciste consciente de que iba a
perder el control y cuando ves que todas mis ataduras van desapareciendo, justo
ahí te ríes de lo fácil, de lo sencillo que soy. Sí no ve avergüenzo, pues
justo en ese momento pienso usarte, sí, pienso hacerte tantas cosas que no perdería
el tiempo dando los detalles. Tu sonrisa invoca a mi boca y como por arte de
magia, pues no sé cuando decidí moverme, ya mis manos rodeando tu cara y te
beso, sí, te beso de tal manera que te recorre un escalofrío desde la espalda a
la cabeza…
Ojalá pudiera olvidarme de todas estas cosas, ojalá dejarás
de ser la Sexy Lady que tengo en mi cabeza, ojalá pudiera borrar esta mente
sexy, pero quién demonios soy para borrarte de mi existencia? ¿quién demonios
no querría poseerte? Y quién no lo quiera, mejor, pues en este momento siempre
dudo. ¿Sigo mirándote y disfruto del bello espectáculo que crearon tus padres
para mi goce y disfrute? O ¿empiezo a moverme para que en vez de retenerte en
mi memoria visual, todo sean sensaciones únicas?
Siempre tendré esa duda. Pero se acabó el tiempo.
Siempre tendré esa duda. Pero se acabó el tiempo.
Buenos días a aquellos que la luna les levantó con una
sonrisa.
Alejandro Rivas Gutiérrez