viernes, 21 de octubre de 2016

Princesa de Octubre

Me dicen que me gustan las mujeres que están locas, que no están bien, que tienen alguna tara emocional y que me harán daño, pero yo os describo lo que me gusta de una mujer y decidme que no queréis eso en vuestra vida, a ver quién está loco.

Quiero a una mujer que haya sufrido por amor, que haya sufrido en su vida, saber que soy esa tirita, esa venda, o ese bálsamo que la va sanando.

Las necesito que estén rotas, pues no se completa un puzzle con las piezas de un único jugador. Las personas enteras, no tienen ni puta idea de nada, no saben lo que es confundirse y meter la pata hasta la nuca con lo que no sabrán lo que une una discusión hasta las 8 de la mañana y los mensajes de después. No entenderán que estamos diciéndole. Te quiero y no puedo dormirme estando cabreado contigo.


La quiero con tantos pliegues que no me aburra nunca de escucharla, tiene una historia tras cada recodo, que su vida rescate mis propias experiencias ya olvidadas, que compartir es vivir y nada une más que eso.

Deseo que sea tremendamente sexy, hasta rallar la locura.

Tiene que ser inteligente, inteligente a rabiar, que me de coraje, que me pille en mis “nadas” en mis preámbulos, que brille por sí sola, que su elocuencia deje finalizada la conversación. Sí, tienes razón y no tengo nada que añadir. Me sangran las encías diciendo esto, pero cojones, se lo ganó.

Que tenga coletillas, frases hechas, que tenga copy Rigth. Da igual lo que sea, pero saber que esa misma frase con otra persona no puedo, ni la quiero usar.

Que me diga. No, no quiero, no quiero verte, no quiero escucharte, no me apetece salir de la cama. Y que al rato me escriba. “¿qué haces?” o me envíe una mierda que vio por Facebook o twitter que le recordó a mí y me quede… ¿es momento de salir corriendo a abrazarla?

Que tenga esa dosis de romanticismo para que le guste mi intento de ser romántico, que le gusten los pequeños detalles como una nota, un mensaje sin motivo, o un te quiero en medio de la nada.

Que compre bragas nuevas, sólo con una intención, ver la sonrisa que pongo mientras pienso en arrancárselas.

¿Chicos, estoy loco?



miércoles, 12 de octubre de 2016

Touché


Somos seres humanos, eso nos confiere las mismas necesidades que al resto de seres vivos. Nacemos, nos alimentamos, nos reproducimos y morimos.
Y en esta verdad absoluta caen los años y el destino que está por venir. Puede que no me lo hubiese planteado, pero haciendo gala de un descubrimiento reciente siento más incertidumbre que nunca por mi futuro.

Ya he cumplido dos de mis funciones vitales, que es nacer y alimentarme, unas veces mejor que otras. Ahora, en mi tercera función, he de decir que me he empeñado en practicar todo lo posible para que mañana mi futuro no tenga defectos. Fuiste hecho con amor, desde el primer beso al éxtasis que te empujó hasta el final.

Para reproducirse en una época como ésta en dónde la información es tan grande, sabes que tienes que cumplir con una lista. Un niño que no jugó a ser súper man o la niña que no tuvo un príncipe que le rescatase de su torreón de almohadas. Esta, no es mi idea de la paternidad.

He llegado a los 28 sin preocuparme por esto. No le di importancia al tiempo que iba sumándose en mi calendario. No le di importancia a las personas que pasaron tiempo conmigo, porque no veía preparado para tal hazaña, pero sí seguí compartiendo el tiempo con ellas… ¿puede que mi percepción del tiempo hiciera que todas fracasaran? ¿Puede que el fracaso sea fruto de no luchar por el futuro? ¿Falta de ambición pensando que todo llegará cuando deba de llegar? ¿Acaso las cosas llegan sin trabajarlas?

La realidad es que tengo 28 años, una prueba de acceso a la universidad que no me sirve para cumplir mi siguiente etapa, y años por delante que no sé cómo los sortearé, el caso es que me plantaré casi en los cuarenta siendo un novato en mi profesión y me pregunto… ¿quién querrá a un hombre como yo? Si ya hay niños más preparados para la vida que yo…

Los demonios nos asedian a todos. El amor ha sido una de mis metas antes de morir. He luchado por él. Pero sigo perdiendo batallas. Mi peor enemigo fue el miedo a mí mismo.

Debería de ser un poco más humilde, debería deja de intentar ser el mejor, debería simplemente dejarme querer con lo que soy, con lo que me duele y con lo que no me duele, debo de ser algo más auténtico, algo más yo.

Pero si he de suponer algo, supongo lo siguiente: siempre me ha dado miedo mostrarme como soy y sé que es porque si me rechazan mostrándome al 100% es un golpe fatídico.

Touché, a la mandíbula y sin bucal.

Alejandro Rivas Gutiérrez



domingo, 9 de octubre de 2016

28 veces maldito

Pesa sobre mí una terrible maldición y quiero que la conozcas.  Llevo casi 30 años conmigo mismo y algo me conozco.

La maldición creo que me lleva a apartar a la gente de mi lado, da igual cuánto me esfuerce, nunca lo hago bien. Da igual que esté pensando tras mis palabras, el mensaje que envío es equivocado.
Puede que lo que me ocurre es que quiero demasiado y con mucha intensidad, que intento ser frío y dosificar esto que me quema, tanto amor, tanta pasión, que es incontrolable.
 
Fui maldecido con el don de la palabra, con la capacidad para poder adornar las palabras, con la mala suerte de encontrarme con gente más inteligente que yo que ve en mi forma algo que no es lo que trataba de decir y al pararme a dar una explicación, de nada les vale, ya han visto qué quería decir.

Si te quiero, seguro que me he confundido en más de una ocasión contigo, supongo que es por cómo viví mi infancia, la soledad es algo que tarda demasiado en curarse. Os aparto diciendo algo que no es lo que siento, lo que pienso, lo que deseo.


Mi mayor miedo, siempre ha sido uno: La soledad. Y es mi mayor miedo porque he vivido con ella, pero parece que es un demonio que te susurra al oído para que vuelvas a ella, para que digas eso que no has de decir, aunque cuando lanzas el mensaje piensas en otra cosa diferente, pero como el agua que no vuelve a molino, las palabras pronunciadas no vuelven a mi boca y con ellas. Destrucción.

Si me estás leyendo, estas palabras te llegan tarde. Pero es así, mi mayor defecto. Quererte. Te haré daño, no conozco persona que no haya sufrido mi maldición, por más que me esfuerzo en ser la mejor persona imaginable, de verdad. Cada día…

Pero tengo miedo.
Mucho miedo.

Si te quiero, te necesito, alivias mi corazón, lo sanas, pero cuando veo que te pierdo es... una agonía y habla la soledad que está instaurada en mí.

Te quiero, y perdona. Sé que te hice daño, nunca lo pensé, nunca lo quise, pero lo mismo no deberías de venirte a mi lado. Tengo muchas cosas buenas, pero si vienes, ven para quedarte, piensa que diré cosas que no quiero decir. Que tras cada palabra tengo muchos sentimientos guardados, y por eso no te engaño si te digo algo y luego ves que me retracto, no era consciente de cómo se estaba enviando el mensaje.

Alejandro Rivas Gutiérrez