Tienes menos de 24 horas para que todo cambie en mí. No te
puedo ofrecer mi vida si en 24 horas no has sido capaz de llamar a lo más
grande que tengo. Mi curiosidad. Haz que me desviva por querer saber todo lo
que sabes, todo lo que ocultas, todo lo que eres capaz de dar, a todo lo que
eres capaz de renunciar, y a saber dónde están tus yo nunca y que me los voy a
saltar.
Tienes 24 horas para violarme la mente, para violarla sin
compasión, para que la secuestres y hagas que tenga síndrome de Estocolmo, pues
para colmo no espero un perdón, ni permiso, sino una constante. Violame.
Tienes exactamente 10 segundos para que evalúe tu
ortografía, podré enamorarme de ti si sabes usar una coma, pero podré aburrirme
si te tengo que explicar lo poco que sé sobre este tema. No soy tu maestro,
aunque quisiera enseñarte, pero todos mis trucos son para quitarte las bragas,
pues ahí te haré sentir no soy un muggle, que hace tiempo que la varita me
escogió y serás tú quién note la magia recorriendo tu cuerpo.
Superarás muchas pruebas en muy poco tiempo, te toparás con
muchos muros, te toparás con un chico que hace tiempo le arrancaron la ilusión y
el corazón. Te encontrarás con alguien que ha aprendido a amar, a querer, a
perdonar y a olvidar, que ha aprendido que posiblemente que sin ti no es nadie.
Son sus lecciones. Verás un niño que se siente solo, y que en su soledad se
siente cómodo, te hará partícipe de su soledad, de su silencio, de sus miedos y
de sus sueños, pues ya no teme amar.
No sé muy bien qué tengo para ofrecerte, no sé qué podré
hacer por ti, de verdad ni que futuro podré darte, pues no conozco el mío y si
tengo que evaluar mi futuro por mi pasado espero que salgas corriendo.
Pero algo sí sé. Me dedico en cuerpo y alma, dedico cada
recurso que tengo para sorprenderte, a veces soy algo burdo, a veces infantil,
muchas veces cursi en vez de romántico y la mayoría de las veces las cosas no
salen como quiero. Intento cuidar los detalles, intento cuidarte al máximo. Me
arriesgaré por hacerte feliz, espero no cagarla.
También te ofrezco un sitio en el que llorar, un sitio en el
que podrás dormir, un abrazo como pocos
has sentido, un beso sincero en los labios y un beso pausado en la frente. Una
mano en el culo cuando nadie nos ve, bueno y cuando nos ven también. Buscaré un
rincón para besarte hasta que te enciendas y luego te cogeré de la mano para
continuar con el objetivo inicial.
Al final no sé si lo que ofrezco es mucho o es poco, seguro que me dejo alguna
cosa por ahí, pero quién sabe que será, si lo estás leyendo lo mismo sabes algo
más de mí que he pasado por alto. Hasta entonces sed felices, es una orden.
Alejandro Rivas Gutiérrez