Este año ha sido raro, podríamos decir que ha sido lo más
parecido a un parque de atracciones. He tenido momentos de euforia, de
auténtico subidón, momentos en los que me encontraba solo, extraviado, rodeado
de desconocidos sin saber si querer ir a un punto de encuentro (un café a las 4
de la tarde) o subirme de nuevo a esa montaña rusa.
Ha sido un año de superación, de esfuerzo, de valorarse más
a sí mismo, de aprender mucho de cómo lo que dices y el cómo lo dices te hace parecer un canalla,
aunque en tu fuero interno tus ideas estaban lejos de ese mensaje y mucho más
lejos del hilo in
visible que queda en la interpretación del oyente.
Me he enamorado, tres veces en un mes, o en tres horas, no
lo sé, he vivido muy intensamente tras un beso y he olvidado tras unas caricias,
me he sentido lleno, vacío. Completo y roto, un juguete listo a dar batalla o
sin las pilas suficientes para dar un nuevo grito.
He corrido, corrido y corrido, más que nunca, he corrido
detrás de mis demonios para darles una paliza y delante de ellos para que no me
arrastrasen.
He ido con pies de plomo, con tanto cuidado como he sabido,
he acelerado como si el pie me pesara toneladas. He visto como las noches se
tornaban mañanas y cómo las horas pasaban a ser minutos.
He disfrutado de duchas solo y acompañado. He estado en
duchas en las que de verdad nunca he pisado.
He viajado frente al a escritorio, subido en la cama o en el
coche parado en un semáforo. He cambiado de coche y he seguido en el mismo.
Visité hogares, visité corazones, siempre entré con cuidado
de no tocar nada, pero me instalé como si fuese mi casa, era mi casa, esa era
mi casa y yo lo sabía y ella también.
He vigilado de lejos, observado cada paso, cada palabra,
cada cagada, mía, suya, de ambos, he pedido disculpas, he escuchado las
disculpas nunca pronunciadas, he perdonado sin tener un motivo, he sonreído sin
que me lo pidiesen.
Me hice fotos, menos que antes, más que nunca, depende de
las horas, depende del momento. He sido feliz, he estado triste, pero sobre
todo te he echado de menos.
Alejandro Rivas y un 2016 complicado.
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