miércoles, 8 de febrero de 2017

Caza fortunas


El término caza fortunas. Es un término que está vigente hoy en día de aquellas personas que son todo superficialidad, que buscan más la forma que la esencia, que buscan antes la comodidad que la adversidad… Desarrollo.


En mi mundo, donde me he criado, pocos son los que tienen algo, una casa en la playa para poder ir gratis, en el mejor de los casos a Benidorm, Torrevieja o algún punto masificado de línea costera mediterránea. Quiero decir, que esas amistades nunca me interesaron, porque la verdad, solían hablar de la playa como si se creyesen más por pasar un mes en su playa, de sus amigos maravillosos y su moreno de escándalo.
Yo soy más amigo de los campamentos, éramos en su mayoría chicos con pocos recursos que compartíamos la carga de las mochilas en las caminatas, que nos ayudábamos si nos torcíamos el tobillo o compartíamos una habitación donde estarían cómodas 4 personas y terminábamos siendo 8 o 10.

Aprendí a dar masajes para quitar la fatiga, aprendí a ligar allí, me di cuenta que las mejores personas se conocen hablando, que con la ropa vieja y fea lo que importaba era el brillo de los ojos, las bromas absurdas y las risas…

Y así pasé mi niñez y mi adolescencia. No entendí nunca lo que es acercarse a alguien por interés y hoy en día me pasa factura, no les río las gracias a mis jefes, no acepto la idea de alguien que no me argumenta y me desarrolla haciendo gala su elocuencia y así vamos, el término caza fortunas lo transformé.

Para mi cazar fortunas es encontrar personas auténticas, brillantes, geniales, inteligentes a rabiar o sencillo, personas bonitas. Me gusta rescatar personas que se encuentran en un pozo y cuando han conseguido salir, que sepan que tendrán mi ayuda, pero que ahora pueden ir ellos solos por la vida, cada una de estas personas me enseñaron algo, a cada una de estas personas me dieron algo más valioso que su dinero, Su tiempo.

Quisiera decir que la persona más rica que he conocido nunca, me canta a las 7 de la mañana, que sale de la cama a las 4 de la madrugada para comprarle tabaco a su hermano y que ha pasado más horas en un hospital de las que eran sanas y que por supuesto, me ha regalado más risas en unos meses que las que he conseguido en un par de años, y lo sé porque en un mes de su ausencia no me he escuchado reír.


Atentamente.

Yo