El amor de mi vida:
Es difícil hablar de lo que es el amor, pues no sabemos muy
bien lo que es… sabemos querer, ¿pero sabemos amar? ¿conocemos el miedo que
provoca amar sin reservas? Creo que ya no, siempre hay un miedo por medio, y
cuando hay miedo… bueno como decía yoda, “la oscuro lado lleva” (Y si no lo
decía así, lo digo yo y punto)
Por qué es difícil encontrar el amor de tu vida? En mi caso
creo que lo sé. Tiene que ser una mujer fascinante, con carácter fuerte. Dulce
y romántica, la verdad que le encante eso, pero que sepa dónde está el punto
entre morirse de amor y de asco ante los pequeños gestos de cada día. Que su
inteligencia me haga vibrar, que me haga confiar en su criterio, que pueda
callar todo lo que tengo que decir porque posiblemente su explicación sea mejor
que la mía. Que tenga talento artístico. Sí, no sé por qué, pero será por el
artista frustado que soy yo, o porque adoro el arte, pero que tenga esa chispa
que yo no tengo, que cante, que baile, que dibuje, que sea sensible a la
belleza tanto o más que yo lo soy. Que adore a los animales, pues no hay seres
más puros que los animales que llore con las injusticias, que se enamore de
cada cachorrito y que si por ella fuese viviera entre cachorritos. ( A mí me
encantaría vivir así, pero soy más práctico y veo las desventajas, pero soñar
con una cama enorme y lleno de animales… sería la hostia). Que sea soñadora,
que sueñe, que vuele, que podamos cogernos de las manos y viajar en la cama,
perseguir un sueño imposible durante horas en la cama y sin darnos cuenta
imaginar las posibilidades de hacerlo, que están entre 0 y 10% pero qué
cojones, que me haga sentir que es posible. Que viaje, que quiera seguir
viajando, que tenga lazos tan fuertes con lo que aquí tiene como los que yo
siento en mi casa, pero que pueda dejarlo todo en busca de una corazonada. Que a
pesar de toda su fuerza necesite que la abracen, que la mimen, que la quieran,
que no sólo sea una súper mujer, sino también una princesa. Una princesa no de
este planeta, no como la de los cuentos, una princesa cómo yo describo, pues es
mi princesa.
Necesito cerrar los ojos de vez en cuando a su lado y que
sus manos me lleven a otro lugar, que sea las piedras de mi camino, los atajos
y las vueltas rápidas, que me haga libre de este amor que siento, pero que me
sienta tan cerquita a ella que pueda pasar una semana sin estar a su lado… Pues
no hace falta estar pegados para ser felices.
Que podemos compartir una ducha porque es un momento dónde
te amas a piel, dónde te quitas todo y lo das todo.
Quiero llorar por ella, porque llega lo más hondo. Quiero
reír o simplemente dejar que mis manos vaguen por su cuerpo sin descanso… que
sienta una fascinación por su cuerpo, por su sonrisa, por sus besos… que sus
besos sus abrazos hagan brotar algo… que en cierto modo se dosifiquen los besos
para que siempre sean especiales…
Os he hablado de que necesito que además sea la fuerza del
cambio que tengo siempre pendiente? Que por lo que sea deje de hacerme un
procastinador nato, pues he dejado todo
a “un día lo haré” y eso me ha hecho chiquitito…. Y odio sentirme así.
Será el combustible del cambio, la fuerza que me falta para iniciar y perseverar…
Qué difícil es ser yo, qué difícil es vivir en un amor así.
Y sobre todo, por más que quiera describirla siempre me
falten palabras, que me atragante, que me ponga nervioso, que mis dedos se
enreden y qué por más que quiera describirla sólo su nombre sea lo que me sale
al describirla…
Estudiarla, estudiarme…
Qué hueco cuando no estás ¿no?
Alejandro Rivas Gutiérrez