sábado, 31 de octubre de 2015

A la Luna

Nunca he sabido de los ciclos de la luna, no sé si está creciente, menguante, nueva o vieja… Para mí es algo más sencillo. La miro y me mira. La miro y me cuenta sus historias.

Hoy amanecía roja, grande, enorme, menguando tras mostrarnos toda su plenitud, pero la veía triste, sola, mirando a una humanidad que se destruye, a las parejas que un día fueron, a los amigos que ya no se vuelven a encontrar y a los sueños rotos por los imprevistos o la falta de fuerzas…

Así la veía, así me sentía y mientras bajaba en mi coche por la R3 e iba descifrando  sus mensajes en ese lenguaje de artistas, poetas y borrachos, que muy bien no sé por qué entiendo pero asimilo, me di cuenta que en cierta manera veo la vida igual que ella. Solo en la distancia tratando comprender la crueldad la frialdad del mundo sin nadie a quién contárselo sólo siendo un reflejo de lo que siento y muchas veces tratando de esconder mi cara para que nadie sepa lo que no cuento.

Es curioso que os cuente esto, si como con la luna oculto siempre una parte de mi mismo y siempre trato de no mostrarme completo, y ahora mismo me siento tan desnudo como su superficie… Si es verdad que en el fondo somos polvo de estrellas, seremos lo mismo? ¿O sólo vemos reflejado lo que sentimos?

Hoy la Luna lloraba. Pero yo sólo la miraba, tranquilo, con pausa, sin prisas,  maldiciendo que la carretera fuese el mejor lugar para observarla, maldiciendo que trajese a mí esos recuerdos, simplemente, deleitándome con su belleza…

Que hombre más raro debo de ser que habla de la Luna, y de sus sentimientos de lo poco que me gusta el mundo y lo triste que me parece todo. Pero soy así. Pelirrojo. Alejandro Rivas Gutiérrez.


Gracias 

jueves, 22 de octubre de 2015

Un final

Mi último te quiero:

Nunca sabes a ciencia cierta cuándo es el momento, si debes o no decirlo, si dañas o alegras a esa persona, cuando estás dispuesto a Algún tipo de despedida, a decirle que la quieres sin temores, sin vergüenza, sin orgullo, lo mismo como esa costumbre de darte las buenas noches y los buenos días preguntar por como fue el día y decirle: hoy también te extrañé, aunque te lo guardas como los besos y los abrazos que no has dado, incluso las caricias y los orgasmos.

Te mueres de ganas en ese momento en recordarle todo lo bueno, todas esas horas en tu cama, en la suya o en la que en mi cabeza era la nuestra. Su lado de la cama, su perfume, el mío...
Yo no puedo evitar sentir que hice cuanto pude y supe y no fue suficiente. No fui suficiente, se me quedó grande esto, ahora me siento como si me hubiese puesto la ropa de papá y quisiera ir al trabajo, me afeitase con un peine y demasiada espuma...

Pero, siempre hay un pero, y es ese pero pequeño que nos hace anclarnos o despegar. Cuál es el pero. No lo sé, pero sí sé que hay muchos y todos intentando ganar la disputa cómo yo intento ganar las conversaciones.

Dar las gracias queda feo, tú me lo dijiste que hay veces que no hay qué hacerlo, pero no sé si por educación o por la gratitud que siento o una serie de enigmas sobre mi mismo y mis sentimientos que no sé, debo darte las gracias. Han sido meses duros, ha sido una relación extraña, con demasiado de todo, pero al final han sido muchísimas más las conversaciones buenas, las caricias y hasta los masajes que los momentos malos. Ha sido duro por obligarnos y las obligaciones a nadie le hacen feliz.

Los dos teníamos nuestros miedos, y no hemos conseguido dejarlos atrás, cada uno el suyo. Mientras que los míos me aferraban a ti, tú luchabas por volar.

Son mil cosas que quiero decirte, ya sabes que escribir es una de mis terapias... Por cierto siempre me quedé con ganas de dedicarte el libro, pues un libro regalado sin dedicatoria es un libro sin alma... Aunque si lo pienso... Siempre sabrás que ese libro es tuyo, que llegó a ti porque yo te lo entregué, porque lo creí bueno. Es tuyo.

Para despedirme en estas líneas un te quiero, gracias, buenos días y un buenas noches es ensuciarlas pero quiero que tengas todo esto en algún lado para cuando no creas pero lo necesites, lo tengas.

Te quiero, gracias, buenos días y buenas noches

viernes, 9 de octubre de 2015

Quítamelo todo

Quítamelo todo.

(En tres minutos escribí esto, se me sacó de la cama)
Quítamelo todo, no lo quiero, nada me sirve. Llévatelo, dios sabe dónde, o los duendes que esconden las cosas, llévatelo nada me sirve.
Quítame el sueño, las ganas de estar en la cama, el placer de la soledad, la ropa. Llévatelo que me ahoga.
Todas las horas, todos los días, todas las caras bonitas, todos los bellos cuerpos. Todo te lo has llevado y sólo queda en mi cosas que no me pertenecen, cosas que son tuyas.
No sé qué ocurre, pero llegan las 4 de la mañana y sigo dando vueltas en mi cama tratando de dormir, tratando de llegar a algún lado con esta cabeza loca, pero sólo llego a ti ¿serás Roma? ¿Eres Grecia?

¿quién eres y cómo lo lograste? No lo entiendo. Mi tiempo no me pertenece, por más que trato de agarrarlo, por más que le ponga riendas. Los kilómetros son metros si me llevan a tu casa y kilómetros sin más si me llevan a cualquier otro lado, aunque sea en busca de mis sueños.

Quiero soñar, vivir, razonar, contigo y sin ti, pero estás por todos los lados, ¿Será fruto de algún hechizo? ¿Será que he perdido las pocas tuercas que me quedaban? ¿Será que estoy enamorado? Aun cuando las cosas son más difíciles algo me hace tirar.

¿Sabes lo más curioso de todo? Que desde que te conozco me conozco mejor a mí mismo, y aunque sea una locura. Sigo apostando mi sangre en esto.


Alejandro Rivas Gutiérrez

viernes, 2 de octubre de 2015

El amor de mi vida

El amor de mi vida:

Es difícil hablar de lo que es el amor, pues no sabemos muy bien lo que es… sabemos querer, ¿pero sabemos amar? ¿conocemos el miedo que provoca amar sin reservas? Creo que ya no, siempre hay un miedo por medio, y cuando hay miedo… bueno como decía yoda, “la oscuro lado lleva” (Y si no lo decía así, lo digo yo y punto)

Por qué es difícil encontrar el amor de tu vida? En mi caso creo que lo sé. Tiene que ser una mujer fascinante, con carácter fuerte. Dulce y romántica, la verdad que le encante eso, pero que sepa dónde está el punto entre morirse de amor y de asco ante los pequeños gestos de cada día. Que su inteligencia me haga vibrar, que me haga confiar en su criterio, que pueda callar todo lo que tengo que decir porque posiblemente su explicación sea mejor que la mía. Que tenga talento artístico. Sí, no sé por qué, pero será por el artista frustado que soy yo, o porque adoro el arte, pero que tenga esa chispa que yo no tengo, que cante, que baile, que dibuje, que sea sensible a la belleza tanto o más que yo lo soy. Que adore a los animales, pues no hay seres más puros que los animales que llore con las injusticias, que se enamore de cada cachorrito y que si por ella fuese viviera entre cachorritos. ( A mí me encantaría vivir así, pero soy más práctico y veo las desventajas, pero soñar con una cama enorme y lleno de animales… sería la hostia). Que sea soñadora, que sueñe, que vuele, que podamos cogernos de las manos y viajar en la cama, perseguir un sueño imposible durante horas en la cama y sin darnos cuenta imaginar las posibilidades de hacerlo, que están entre 0 y 10% pero qué cojones, que me haga sentir que es posible. Que viaje, que quiera seguir viajando, que tenga lazos tan fuertes con lo que aquí tiene como los que yo siento en mi casa, pero que pueda dejarlo todo en busca de una corazonada. Que a pesar de toda su fuerza necesite que la abracen, que la mimen, que la quieran, que no sólo sea una súper mujer, sino también una princesa. Una princesa no de este planeta, no como la de los cuentos, una princesa cómo yo describo, pues es mi princesa.
Necesito cerrar los ojos de vez en cuando a su lado y que sus manos me lleven a otro lugar, que sea las piedras de mi camino, los atajos y las vueltas rápidas, que me haga libre de este amor que siento, pero que me sienta tan cerquita a ella que pueda pasar una semana sin estar a su lado… Pues no hace falta estar pegados para ser felices.
Que podemos compartir una ducha porque es un momento dónde te amas a piel, dónde te quitas todo y lo das todo.

Quiero llorar por ella, porque llega lo más hondo. Quiero reír o simplemente dejar que mis manos vaguen por su cuerpo sin descanso… que sienta una fascinación por su cuerpo, por su sonrisa, por sus besos… que sus besos sus abrazos hagan brotar algo… que en cierto modo se dosifiquen los besos para que siempre sean especiales…

Os he hablado de que necesito que además sea la fuerza del cambio que tengo siempre pendiente? Que por lo que sea deje de hacerme un procastinador  nato, pues he dejado todo a “un día lo haré” y eso me ha hecho chiquitito…. Y odio sentirme así.

Será el combustible del cambio, la fuerza que me falta para iniciar y perseverar… Qué difícil es ser yo, qué difícil es vivir en un amor así.

Y sobre todo, por más que quiera describirla siempre me falten palabras, que me atragante, que me ponga nervioso, que mis dedos se enreden y qué por más que quiera describirla sólo su nombre sea lo que me sale al describirla…

Estudiarla, estudiarme…

Qué hueco cuando no estás ¿no?


Alejandro Rivas Gutiérrez