lunes, 17 de noviembre de 2014

un cuento un poco animal

Quiero contarles un cuento, una historia, puede que parte de esto sea pura literatura, pero puede que sea el cuento que todos en uno u otro momento hemos vivido. 

Hace tiempo, cuándo empezabas a comprender el mundo o a darte cuenta de lo que te rodea y te hacías preguntas sobre lo correcto lo incorrecto o el mágico funcionamiento de las cosas (a día de hoy a mí me sigue fascinando que la música suene o que tengamos televisión…) veías crueldad en los niños y el comportamiento absurdo en los mayores.

En el caso de este joven niño se preguntaba por qué los mayores mentían deliberadamente, y desde su Coca Cola que agarraba con sus dos pequeñitas manos, con temor a que se le cayese y a que se le acabase ese dulce brebaje, veía a sus mayores mentirse, reírse… Era un pasatiempo divertido, y con sus ojos azules miraba las reacciones y esperaba la próxima ración con la próxima cerveza…

Luego volvía su mundo, en el que debía de vivir. Niños corriendo tras niñas, otros que competían por subirse a la bicicleta nueva del chico “rico” del barrio y otros que no les interesaba otra cosa que salir corriendo todos detrás de una pelota… Eso los chicos, y luego estaban las niñas, que por extraña razón las había de dos tipos: Las que jugaban como chicos, y las que se apiñaban en grupos para cotorrear sin parar y jugar a la comba…

Estamos todos convencidos de lo que pudieran hablar esas niñas, qué ni ellas mismas lo recuerdan, pero se les quedó la costumbre de no parar de hablar, y por eso hoy en día aquellos que mucho hablan, muy mujeres parecen. Dejando este apunte de lado, sigamos con la historia.

Ahora en todo cuento, en toda realidad, está ese niño, esa niña que en ningún lado está a gusto. De los pasatiempos que le ofrece el mundo, todos se le quedan pequeños. Los chicos y las chicas de su edad le aburren, los mayores no quieren hacerle mucho caso, y los padres le hacen cuatro carantoñas pero siempre está aparte en su rincón, fuera con un juguete o haciendo cruces con palillos.

Cuando no encaja, se pregunta el por qué… pero la vida sigue, y sigue haciendo lo que puede, ver la televisión y aburrirse, correr con sus hermanos o… imaginarse mundos diferentes. Este chico se imaginaba que en otra vida era un tigre, rápido, fuerte, silencioso y solitario, tal y como le había tocado ser a él. Una gracia una fuerza que él así mismo no se veía, pero sí se veía otras cualidades que compartían.

Sigue creciendo y en su adolescencia aprendió a mezclarse con los demás, pero nunca será uno más, pues aquel que vivió en su imaginación parte de su niñez nunca termina de encajar… y al igual que en aquel momento se vio como un tigre, trata de ser un León, el Rey de la Sabana… protegiendo su familia, su territorio, fuerte y justo…

Ningún animal le representaba, más tarde un lobo, se sentía más próximos a ellos debido a la buena conexión que tiene con sus amigos cánidos, pero aun así sigue sin encajar. Ahora aunque es valorado en cierta medida por alguna de sus habilidades trata de encajar en la manada, no lo consigue pues a pesar de que a todos se nos dio inteligencia para tratar de comprender el mundo que nos rodea, se encuentra con qué la gente toma atajos para todo, hasta para juzgar a los demás, usando patrones absurdos, de modo que sí creen que eres inteligente todo lo que hace obedece a unos fines superiores. Señores y señoras, los inteligentes también hacen cosas sin pensar en sus consecuencias…

Ahora puede que este niño, que ya creció se sienta parte de algo, pero siempre excluido. Nunca sabrá las causas, pero divagará y tratará de buscar qué animal es.

Hoy puede que se vea como un mono cualquiera, sorteando peligros y gorilas que tratan de exhibir lo fuertes que son con su golpes en el pecho y olvidándose que por muy fuerte que te creas. Todo lo que sube baja.

Por hoy terminó el relato. Puede que otro día continúe contándoos historias sobre príncipes y princesas, ranas y troles, ¿quién sabe?

Firmado.

Alejandro Rivas Gutiérrez.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Koalas y Furgonetas

Quiero mirar y reconocerte, quiero mirar y sorprenderme, quiero no dejar de pensar en ti porque pensar en ti en cierta manera me divierte, me sorprende, me sorprende descubriéndome entretejiendo posibilidades, risas y otras risas que sólo tú yo conocemos. Quiero alucinar tras una copa de vino, o simplemente encontrarte tras una prolongada ausencia al otro lado de la cama.

Y sé que hay algo mágico entre los dos polos opuestos que a veces somos, yo tan positivo tú tan lo contrario, pero por utópico que suene, ambos necesitan del otro para tener una existencia y un equilibrio, aunque sea tan frágil cómo la tensión del agua…


Y existe cemento, un invento humano que nos hace sentirnos protegidos y a salvo, pero tengo la certeza que no te sientes tan a salvo cómo en mis brazos aunque estés bajo la lluvia. Y aunque odies mi ego y a veces también lo odie yo, forma parte de lo que soy y me da la fuerza para estas cursilerías y moñerías, que ojo también me dan cierto asquete, pero bueno, ¿Qué mejor que matar a Fiona que con su arma letal? Ambos lo sabemos…

Un día puede que se acaben las letras para mis dedos, y las imágenes se me vuelvan opacas y sea incapaz de describirlas, pero mientras tenga memoria podré recordar una y otra vez lo que me de la gana y llenarte la cabeza de Koalas, albergues y viajes en furgoneta.


Y si queda algo por decir, será que no llegó el momento o ya se dijo

martes, 9 de septiembre de 2014

Luna llena



A veces me resulta humillante declarar que me siento pequeño… que necesito constantemente una muleta, una mano que acaricie, una palabra que me inquiete, una oreja que me escuche y una mente que me inquiete. Pero hoy no es algo que me resulte humillante, pues reconocerse a sí mismo es un trabajo más duro de lo que pensaba…
Y supongo que en los próximos años volverá a pasarme, y en un tiempo pensaré que me conozco… pero la verdad es que no me conozco tanto como creo por más que me analice.

Es absurdo que todo esto se desencadene tras una noticia, “Hoy será la última súper luna en los próximos 20 años” ¿qué estaré haciendo en los próximos 20 años? ¿quién tendré en los próximos años? ¿Quién seré? Preguntas existenciales, cómo siempre.

Esta noche la quería compartir, no quería salir solo con mi perra a pasear, no quería bañarme en su luz yo solo, por algún motivo que me cuesta comprender, o que me niego a asumir hoy necesitaba de una persona, todos los argumentos racional están dados… Y puede que hasta los irracionales. Pero entenderlo, saberlos, no me basta.

¿Y yo que pensaba que la luna no me afectaba? Uno de mis muchos errores. Puede que mañana despierte queriendo que sea un miércoles normal, despertarme odiando el mundo, tomarme el café que me endulce un poco el carácter, e ir a coger el autobús que llevándome todos los días al mismo lugar, cada vez se me hace más largo. Bueno salvo cuando llego hasta el final de la línea , me subo en el metro para coger otro autobús… Pero esa es otra cuestión.

Quería hoy compartir la Luna. Ayer  un rato, y puede que mañana mi vida, no lo sé. Puede que ciertas cosas me sigan dando miedo, me siga pareciendo que soy aquel niño que le soltaron un día en una guardería, un sitio extraño dónde tendría que pasar las horas sin mi madre, sin mi hermana… que ojo, ahora que lo pienso, en aquella época me importaba… Hasta que encontré uno de esos amigos que perduran a la distancia, a los años.

La genialidad se me agota, como las canciones “tristes” que susurran palabras en inglés que no comprendo pero que en cierta manera comprendo.

Triste melodía, la de noche.


Miércoles 10 de Septiembre a las 4:34 AM


Alejandro Rivas Gutiérrez 

domingo, 17 de agosto de 2014

Mierda para todos

Quizá esos días en los que estás cabreado sin un motivo aparente son los que más echas de menos a todas esas cosas que en algún momento te hacen sentir bien.  También por azar huevadas, esos mismos días se juntan que todas las cosas que te pueden tocar las pelotas ligeramente ese día, aparezcan y hagan creas que la humanidad se merece un lugar mejor. Sí el infierno dónde deberíamos de estar todos por hijos de puta.

Sí uno de esos días puede que sea hoy. Nada sale como me hubiese gustado y ando que muerdo. Hoy tengo licencia para borderías, y no dar muchas explicaciones por ello.

Puede que mañana me levante con otra sonrisa, que la de sádico que se dibuja hoy en mi cara en imaginar tres mil torturas diferentes y las palabras y actitudes más hirientes. Por ello tras cenar, tras cumplir con mis obligaciones y dejar de darme excusas que de poco valen, iré a hacer algo por este cabreo, iré a desaparecer pues es lo único que puede quitar esta mala hostia que se me concentra entre la boca del estómago por no cagarme en dios , y en el ceño fruncido… Creo que si me viese ahora mismo  con la mandíbula tensa, los dedos rápidos y la mirada demasiado fija, me preguntaría ¿qué fue de aquel chico que buscaba lo positivo de la vida?

Hoy está en coma, sí. Hoy soy una versión bastante menos agradable, bastante más agresiva  y sin ganas de contacto humano. Además como los problemas no llegan solos, las facturas tampoco, así que tras sacar de rincones pagaré, como persona adulta…

Odio haber salido de Nunca Jamás…  ¿en qué momento quise tener dinero? ¿para qué si teniendo dinero siempre necesitas de él? Triste consuelo resulta saber que de no haber decidido trabajar habría necesidad de pedir para comer… Aún así, sigo cabreado por las faltas…

Hoy tengo mierda para todos. Aviso.


Alejandro Rivas Gutiérrez

lunes, 28 de julio de 2014

Esencias

Visitamos nuestros recuerdos y nos sentimos chiquititos, pues al menos así es en mi caso, los que suelo visitar con más frecuencia son aquellos en los que mejor me siento.
Por suerte o por desgracia esos recuerdos se esfuman como un buen perfume... dejando una agradable sensación pero cada vez son mas débiles hasta que llegue una nueva sensación y cubra todo aquello.

Cierto es que se perdona pero no se olvida, pero yo diría que más bien insistimos en recordarlo pues en mi experiencia me dice que no hay afrenta tan grave como para que siga doliendo tras un tiempo considerable, que sí que no te fiarás, que sí que no será lo mismo, pero ese dolor desaparece igual que el olor de la mierda... Si lo remueves hueles, pero sino... Hasta las mierdas más grandes también se secan.

Diría que es un día como cualquier otro, un 28 de Junio más, y no me confundiría, es un día más que viví y un día menos que me queda por disfrutar, unas cuantas horas durmiendo, un rato comiendo, otro en el baño y un rato con las personas de las que puedo disfrutar hoy.

Mañana será otro día, y será tan parecido o este o diferente como quiera hacerlo, pero sí se una cosa, dejo espacio en mi vida para nuevas esencias, nuevos aromas que me hagan olvidar y vivir de manera diferente.

Alejandro Rivas Gutiérrez

lunes, 21 de julio de 2014

Dedos

Clavas los dedos en tu almohada agarrándote a sensaciones hace tiempo perdidas, sensaciones que tratas recuperar y qué en cuanto tienes un momento en las que crees que estás recuperándolas, vuelves a tu almohada a agarrarla fuerte y conteniendo el aliento, pues con él se escapa algo más que aire…

Y vuelves a lo mismo, una y otra vez intentando rescatar lo mejor de ti mismo, pues en mi caso muchas veces no echo de menos una persona, sino me echo de menos  a mí, a la confianza ciega que sientes a esa fuerza que te hace sentirte  un killer… da igual lo que ocurra tienes algo que hace que todo rebote.  Felicidad, el mejor escudo, la mejor armadura, la mejor y la peor de las drogas.

Dependiente de algo: de mí mismo, de lo que sabes que tienes dentro, ese millón de caricias, ese millón de suspiros arrancados con un beso o un mordisco en su cuello, o los dos millones de besos en cada rincón de su cuerpo... hasta que estalla en carcajadas, sí de esos y de los que hacen que se encienda contigo y quiera arrancarte la ropa o la piel, depende dónde estés, ya se me entiende.

Ya mi almohada conoce mis dedos, antes conocía mis pensamientos, mis caricias no dadas, los abrazos no comprendidos…

Los tiempos cambian y ella también sufre las crisis.

Alejandro Rivas Gutiérrez